Antes de que la televisión llegara a todos los hogares, la radio era el centro de reunión familiar. Se escuchaba mientras se cocinaba, se planchaba o simplemente se descansaba después de una jornada de trabajo. ¿Recuerdas usar tu imaginación escuchando radionovelas que te hacían suspirar, llorar o quedarte al filo del asiento? Muchos de esos programas dejaron una huella imborrable que forma parte de la cultura y la nostalgia de los adultos mayores de hoy en día. Vamos a recordar algunos.
Es un personaje de superhéroe mexicano creado por Modesto Ramón Vásquez González y Rafael Cutberto Navarro para la radio en 1963 y luego adaptado historietas, con una serie de cómics y dos películas basadas en el radioteatro. Su primera transmisión fue en 1963, en Radio Cadena Nacional, y aunque se escuchaba en México, también llegó a otros países de América Latina.
En la vida real, el personaje de Kalimán era interpretado por el primer actor radial de teatro y televisión Gaspar Ospina; en la ficción, Kalimán es un príncipe que resolvía misterios con sabiduría y sin violencia, luchando contra la injusticia y combatiendo las fuerzas del mal, acompañado de su inseparable compañero de aventuras, Solín. Muchos se identificaban con este niño porque era el aprendiz de Kalimán y podías aprender junto con él.
Sin duda, era un héroe diferente. No usaba capa ni volaba, sino que usaba la sabiduría y una voz tranquila para transmitir confianza. Hablaba con calma y respeto y resolvía los problemas con inteligencia y no solo usando la fuerza. Eso lo volvía un figura perfecta para que toda la familia disfrutara de la figura del héroe. Seguramente recuerdas su frase emblemática: “Serenidad y paciencia, mucha paciencia”.
Además, sus aventuras increíbles te llevaban a tierras lejanas, villanos misteriosos, templos secretos, momias vivientes, poderes mentales… En fin, era como viajar y conocer lo desconocido sin salir de casa.
La historia de Porfirio Cadena comenzó en los años 50, una época en la que la radio era el principal medio de entretenimiento en los hogares mexicanos. Fue creada por el guionista Rosendo Ocañas, originario de Monterrey, Nuevo León, quien tenía un gran talento para contar historias que conectaban con la vida y los sentimientos del pueblo. Era interpretado por Pedro de Aguillón, uno de los mejores locutores y actores de voz de la época. La historia del bandido de corazón noble con un parche en el ojo, fue tan popular que llegó al cine y se convirtió en símbolo del drama rural.
El programa fue transmitido originalmente por la XEW-AM, la estación de radio más importante del país en ese tiempo, conocida como “La Voz de la América Latina desde México”. Desde allí, a la voz de “soy Porfirio Cadena, el ojo de vidrio”, abría el programa que llegó a todos los rincones de México y más allá. Más tarde, también fue transmitido por otras estaciones como la XEQ, que formaba parte de la misma cadena.
Sin duda era una historia que hablaba del pueblo, con el alma del pueblo. El personaje conectaba con miles de personas porque no era un héroe perfecto, sino uno que había sufrido, luchado y se había ganado el respeto a golpes de vida. Muchos mexicanos, sobre todo en zonas rurales o del norte del país, veían reflejadas sus propias batallas en él: la injusticia, la pobreza, el orgullo de la tierra.
Porfirio Cadena era un hombre rudo del norte, con un parche en el ojo y una voz fuerte. Un bandido, sí, pero también un personaje con valores, con un código de honor, y sobre todo, con un gran corazón. Robaba, pero también defendía a los más débiles. Amaba a su familia y no se dejaba de nadie. Eso lo hizo cercano, humano… real.
Además, la manera en que se contaban las historias era emocionante. Balaceras, persecuciones a caballo, enemigos que regresaban del pasado, traiciones, amores prohibidos… ¡Todo eso en la radio! Uno no necesitaba ver nada: bastaba con cerrar los ojos para estar allí, junto a Porfirio, montado en su caballo, defendiendo lo suyo. Seguramente recuerdas una de sus frases típicas: “la justicia no se pide, se toma”.
¿Recuerdas éste? Aunque muchos en México creen que La Tremenda Corte fue un programa nacional, en realidad nació en Cuba, en el año 1942, creado por el escritor y periodista cubano Cástor Vispo. Y a pesar de no ser originario de México, el programa fue adoptado por el público mexicano como propio. La Tremenda Corte comenzó a retransmitirse en México en la década de los 50, principalmente a través de la estación XEQ-AM.
El programa se transmitía tanto por radio como por televisión, con una gran acogida del público mexicano, que disfrutaba el humor blanco, las situaciones absurdas y las frases repetitivas que se volvieron clásicas.
A mediados de la década de 1960, el formato del programa se rescató para llevarlo a la televisión en Monterrey, Nuevo León, México, sin embargo se produjo por pocos años (tres temporadas y media, entre 1966 y 1969). Aunado a esta transmisión televisiva, Promotora K lanzó esta serie en 1968. Las historietas recrean casos de manera similar a los transmitidos por radio.
Vispo diseñó un formato muy original: un tribunal donde el acusado siempre era el mismo —José Candelario “Tres Patines”—, y siempre terminaba metiéndose en líos con su lógica absurda, malentendidos y juegos de palabras. Esta fórmula de humor ligero y de enredos conquistó a la audiencia desde el primer episodio.
La comedia era limpia y universal: todos podían entenderla y reírse sin importar su edad o nivel educativo. Era ideal para escuchar en familia, en la cocina, en la sala o mientras se hacían los quehaceres. Tres Patines era un pícaro adorable, y muchos veían en él a ese amigo o familiar que siempre sale con algo.
Recordar estos programas es como abrir un álbum de fotos. Traen de vuelta una época más tranquila, con menos ruido y más corazón. Vale la pena platicarlos, revivirlos y pasarlos a las nuevas generaciones, porque son parte de la historia y de lo que hace único a cada adulto mayor que creció con ellos.
Seguramente recuerdas con alegría otros programas que te hacían vibrar e imaginar, llevando la emoción a tope. Te invitamos a vivir la nostalgia con alegría. Cuéntanos qué más te gustaría recordar