Fecha: Agosto 2025
Categoría: Salud
¿De qué trata? El alcohol en la tercera edad puede causar más daño del que imaginas: aumenta la concentración en sangre, afecta la memoria, interactúa con medicamentos y eleva el riesgo de enfermedades crónicas.
Beber en la adultez mayor puede ser más riesgoso de lo que muchos creen. Un reportaje de la periodista Mohana Ravindranath, publicado recientemente en Estados Unidos, expone con base en entrevistas a especialistas y estudios científicos cómo el consumo de alcohol afecta de manera distinta a los adultos mayores, incluso en quienes lo hacen de manera ocasional.
Con el paso de los años, el organismo sufre transformaciones que modifican la forma en que se procesa el alcohol. Según expertos citados en el reportaje, las personas mayores tienen menos masa muscular y menor cantidad de agua en los tejidos. Esto provoca que, al beber la misma cantidad de alcohol que un joven, la concentración en sangre sea más alta, generando una intoxicación más rápida.
En palabras simples: lo que antes eran “dos copas sin problema”, ahora puede significar mareos, pérdida de equilibrio o deterioro cognitivo.
Investigaciones de la Dra. Sara Jo Nixon muestran que los adultos mayores pueden presentar fallas en la memoria de trabajo y en la atención con niveles de alcohol más bajos que los jóvenes. En simuladores de conducción, algunos participantes de más de 65 años mostraron deterioro en sus reflejos después de menos de una bebida.
Esto implica un riesgo mayor en actividades cotidianas como manejar, cruzar la calle o incluso en la toma de decisiones rápidas.
El consumo de alcohol en edades avanzadas también incrementa el riesgo de enfermedades crónicas como:
Para quienes ya padecen estas condiciones, incluso un consumo moderado puede empeorar el pronóstico.
Un aspecto fundamental señalado en el reportaje es la mezcla de alcohol con fármacos. Dado que gran parte de los adultos mayores consume medicamentos para la presión, el colesterol, la depresión o el sueño, la combinación con bebidas alcohólicas puede generar efectos adversos graves, desde caídas y desorientación, hasta daño hepático o interacciones tóxicas.
El reportaje también resalta un factor social: la soledad. La pérdida de la pareja, el distanciamiento familiar o el vivir solo puede llevar a muchas personas mayores a beber más de lo habitual. Una encuesta federal de 2023 en Estados Unidos reveló que el 12% de los adultos de 65 años o más consumieron al menos cuatro o cinco copas en una sola ocasión durante el mes anterior.
El Dr. Paul Sacco, especialista en adicciones y salud mental, concluye que la decisión de moderar o abandonar el alcohol debe ser personal, siempre en diálogo con el médico y los seres queridos. Lo importante es que cada persona mayor observe cómo responde su cuerpo al alcohol y reduzca la ingesta si nota efectos negativos en su salud física o mental.
En resumen: A medida que envejecemos, el alcohol se vuelve más riesgoso, incluso en pequeñas cantidades. Los cambios en el metabolismo, las enfermedades crónicas, la interacción con medicamentos y la soledad pueden hacer que una copa tenga consecuencias mayores. La recomendación de los expertos es beber con precaución, escuchar al cuerpo y consultar siempre con un médico.