Puntos destacados
Para definir qué es la tanatología nos debemos basar en el hecho de que es el estudio de la vida que incluye a la muerte. La muerte de un familiar o de una persona querida es el más grande duelo para el ser humano. El mayor duelo de nuestra vida es nuestra misma muerte. El duelo es un sentimiento y una conducta que se experimenta como reacción a una pérdida. Es una reacción emocional y también del pensamiento, es un cambio en la vida de quien lo padece.
Cuando hablamos de duelo nos podemos referir a cualquier pérdida, a cualquier dolor por ausencia. La tanatología se dirige principalmente al más fuerte duelo que es la muerte. Sin embargo, y sobre todo en la tercera edad, hay una acumulación de duelos. Se pierden la juventud, la salud, la resistencia física, la anterior vida sexual, el aspecto del cuerpo y mucha cosas más. Por eso, la tanatología es un importante auxiliar en el manejo de cualquier pérdida, desde el robo de algo propio hasta la falta de salud. Es necesario y saludable que el adulto mayor tenga la ayuda correcta para ir manejando sus pérdidas.
En este artículo hablaremos sobre qué es la tanatología como herramienta del pensamiento y de las emociones para afrontar el duelo. Veremos qué etapas tiene un duelo, qué es el duelo anticipatorio y cómo se puede ayudar al adulto mayor en estas crisis.
Primeramente es necesario considerar que toda pérdida es un duelo. Aunque la palabra duelo parezca ser exclusiva del tema de la muerte, no es así. A lo largo de nuestras vidas experimentamos pérdidas que son duelos porque duelen y es por eso que se llaman así. Perder una pertenencia, una amistad, un empleo, una casa, son situaciones dolorosas para el ser humano. Ahora bien, tratándose de adultos mayores, estas pérdidas son muy frecuentes e irremediables. Se puede volver a comprar algo que me robaron, pero no se pueden comprar la salud, ni la familia perdida, ni los amigos ya ausentes. Es por esto muy importante el apoyo de la familia para que los adultos mayores puedan manejar estas situaciones dolorosas. Estas pérdidas de la tercera edad son como las siguientes:
Despedirse es un proceso cuando hay una pérdida y se tiene que vivir para poder sanar emocionalmente. En la tanatología se manejan varias etapas por las que atravesamos todos al tener una pérdida:
Se presentan en forma cronológica, qué sucede primero y lo que sigue, sin embargo, en la realidad pueden presentarse en diferente orden. También pueden presentarse varias de estas reacciones al mismo tiempo. Lo único importante es reconocer que estamos en duelo y que debemos tenernos paciencia. Especialmente tener paciencia es lo que toca a los familiares del adulto mayor cuando éste sufre una pérdida. Vamos a detallar cada una de estas etapas.
Cuando nos enteramos de una mala noticia, de un diagnóstico grave de salud, de un accidente, lo primero que hacemos es negarlo. La negación es un mecanismo de defensa de nuestro cerebro para aminorar el golpe que nos espera. Nos decimos: el diagnóstico está equivocado, hubo un error, esto no está pasando, me lo imaginé. Cuando estamos preparados para aterrizar en la realidad, lo hacemos, éste es el curso normal del proceso. Sin embargo hay personas que se quedan en la negación por mucho tiempo y no quieren salir de allí por más explicaciones que se les den. Esto es muy aplicable a los familiares del adulto mayor cuando saben, por ejemplo, que el abuelo tiene una enfermedad terminal. Piensan, hasta el final, que el próximo medicamento o un milagro lo sanarán.
La confusión es un estado mental de desorientación que se experimenta en el primer momento de los duelos. La persona no recuerda qué día es o no entiende en qué lugar está en ese momento. Como la confusión es muy cercana a la evasión, no se sabe si lo que escuché fue real o lo inventé. En la confusión los pensamientos aparecen mezclados y desorganizados y el comportamiento de la persona es fuera de lo normal. La conducta puede ser agresiva y no puede resolver qué es lo que debe hacer en esa situación. Es posible que el adulto mayor en este estado presente paranoia, es decir, que crea realmente que los otros quieren hacerle daño.
El enojo es más leve que la ira, pero puede aumentar rápidamente hasta tener explosiones fuertes de rabia. Esto es normal, ante una pérdida todos nos enojamos mucho y, depende de la magnitud de la pérdida, el enojo será mucho mayor. Es importante que el adulto mayor exprese su enojo, que explote, grite, diga malas palabras y que nadie lo juzgue. El enojo es energía y es mejor estar furioso que deprimido. Si la persona no expresa abiertamente su enojo se queda en ese estado y tiene continuas explosiones y agresiones con quienes le rodean. Una faceta del enojo es que podemos estar enojados con nosotros mismo y eso se llama culpa.
La culpa es una etapa muy común del duelo. Si los abuelos pierden la salud, por ejemplo, los familiares se culparán por no haberlos llevado antes al médico. También por no haberlos escuchado, por no haberlos observado, por no alimentarlos bien y por infinidad de cosas más. La culpa es un autocastigo que no tiene razón de ser, ante una desgracia y una pérdida no tiene ya caso buscar culpables. Mucho menos culparse a uno mismo y esto lo puede estar haciendo el adulto mayor. Sus razones serían similares, por no cuidarme, por olvidar tomar mi medicamento, por no ir al médico, por comer mal, por estar inactivo, y más. También se culpará por no haber buscado más a sus amigos, por haber causado su jubilación trabajando mal y por todo lo que pueda lastimarlo. Culparse no es sano, pero es un proceso natural durante un duelo.
La tristeza es esperable ante una pérdida y puede convertirse en depresión. Todos, pero especialmente los adultos mayores, necesitamos ayuda para no quedarnos en la tristeza. La tristeza convertida en depresión puede durar mucho tiempo y hasta toda la vida. Los duelos deben resolverse, aceptarse y dejarnos en paz después de un tiempo. Mientras la vida continúe, el adulto mayor debe ser ayudado para encontrar nuevas motivaciones. La persona con depresión pierde el apetito, quiere dormir todo el día, no quiere salir ni tener ninguna actividad. Tampoco le importan su higiene ni su aspecto físico y se aferra a recuerdos, fotografías y hechos del pasado. La depresión de un necesita tener un final y si el adulto mayor no sale de ella necesitará ayuda de médico y de psicólogo. También mucho amoroso apoyo familiar.
El regateo es una negociación, con la vida o con Dios, según las creencias de la persona. Es ya una actitud más sana en el proceso del duelo porque ayuda a disminuir el sufrimiento. Es un doy y recibo, un acepto y quiero. Por ejemplo, acepto la ausencia de mi mejor amigo pero voy a mudarme a la ciudad donde tengo más amigos. Acepto mi parálisis pero quiero poder dibujar y pintar y nunca lo he podido hacer. Acepto mi jubilación y quiero poner un negocio nuevo con mi nieto. O bien, acepto mi jubilación y ahora voy a alfabetizar y enseñar a los que no han podido ir a la escuela. A esto se le llama la elaboración del duelo y es ya el camino directo a la sanción.
La aceptación es el final del duelo y significa paz interior. En la etapa de la aceptación la pérdida ya se aceptó y ya se tienen claras las nuevas motivaciones. Para que el adulto mayor pueda tener nuevas actividades es importante que se le ayude con lo que necesita. El hecho de sentirse acompañado y comprendido durante y después del duelo es la mejore motivación.
Cualquier pérdida que sufra el adulto mayor puede ser un duelo y no hay que minimizar lo que le pasa. Por ejemplo si muere su perro o su gato y está inconsolable no es válido decirle, bueno era sólo un animal. Puede ser también una pérdida muy insignificante para los demás, como perder el reloj que le heredó su padre o su álbum de fotos. Es necesario ponerse en los zapatos del otro y comprender que el abuelo pasa por un dolor emocional. En el caso de una mascota que murió no es bueno buscarle de inmediato otra mascota. El adulto mayor, como cualquier otra persona, necesita elaborar y pasar su duelo. Para transitar el duelo el factor más importante es el tiempo y sólo la persona que lo sufre puede decir cuándo ya se siente bien.
Cuando estamos tristes es común que lloremos, los adultos mayores también deben llorar sus pérdidas. No hay que asustarse ante las lágrimas de los abuelos cuando tuvieron una pérdida, porque son necesarias. Aguantar el llanto y el dolor que sale con el llanto para ser fuertes es una actitud que trae problemas emocionales principalmente. Si las personas no lloran sus duelos pueden incluso enfermarse, eso se llama somatización y es cuando en el cuerpo se manifiesta el dolor contenido. Migrañas, contracturas musculares, hipertensión, problemas digestivos, insomnio, fatiga, serían el resultado de esta actitud. La creencia popular de que hay que ser fuertes no tiene ningún sentido porque el ser humano necesita expresar y compartir con otros su duelo.
El enojo y la ira son un componente de la depresión. Sin embargo, el enojo es más sano que la depresión porque es energía, las personas enojadas están energéticas. En tanto que el enojo sea mayor y llegue a ira y a explosiones de coraje es necesario que el adulto mayor pueda expresarlo. No debemos juzgar sino solamente acompañar porque si el enojo no explota en gritos o en malas palabras o en movimientos bruscos quedará guardado. El enojo no expresado sale durante mucho tiempo en agresiones sin sentido a otras personas, en malhumor, en apatía.
Estas actitudes son señales para que los familiares del adulto mayor pongan atención a las emociones que no ha podido expresar. Es necesario darle un espacio de confianza y un tiempo para que se exprese, incluso motivarlo a hablar. No es fácil encontrar al blanco de tanto enojo en un duelo, pueden ser médicos, familiares e incluso puede ser Dios. Es importante ayudar a los abuelos a razonar su enojo y sus emociones.
El acompañamiento físico y emocional es la mejor medicina para que el adulto mayor elabore su duelo. El aislamiento, no poder hablar con nadie, no sentir la compañía, pueden ponerlo en una mala situación mental y física. Al acompañarlos es bueno apoyarse en la espiritualidad que se tenga. Algunos adultos mayores que nunca habían sido religiosos lo son en esta etapa. Otros encuentran su parte espiritual en el contacto con la naturaleza o en la música. La espiritualidad, de cualquier forma, es la mejor acompañante en la tercera edad y hay que ayudar a los abuelos a que la tengan. No aislarlos de la familia, llevarlos a su templo, o al bosque, o con amigos de su edad. Eso es el acompañamiento y significa la sanción del duelo.
La tanatología nos enseña técnicas y conductas específicas para ayudar al adulto mayor que está en un duelo. En este caso sí nos referimos al mayor duelo que es la pérdida de un ser querido. ¿Qué hacer antes un anciano deprimido por la pérdida de su pareja o de alguien muy querido?
En esta página de INAPAM encontrarás información sobre el proceso de sanción de los duelos en adultos mayores.
En el blog de esta Fundación hay información adicional sobre cómo ayudar al adulto mayor a superar un duelo
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Cuidados paliativos y tanatología