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Puntos destacados
El concepto de envejecimiento psicológico corresponde a un proceso propio del ser humano que se desarrolla de forma progresiva donde la persona sufre una disminución de sus capacidades psicológicas. Este proceso es irreversible y produce varios cambios en el adulto mayor que afectan a la memoria, inteligencia, lenguaje, atención, procesado de la información, creatividad y afectividad emocional y se manifiesta en los siguientes problemas.
El instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos expresó en el año de 1980 que las personas adultas mayores comienzan a presentar quejas sobre la pérdida gradual de la memoria a partir de los 50 años de edad. Esto es algo que podemos tomar como referencia para conocer a que edad comienza el envejecimiento psicológico.
Asimismo, este instituto aclaró que la pérdida de la memoria y el envejecimiento psicológico puede afectar negativamente la vida cotidiana de los viejitos y que dichos problemas pueden surgir por distintas razones. Entre ellas se destaca el daño producido de forma natural como consecuencia de la edad, así como también la demencia u alguna otra condición médica que estimule el deterioro cognitivo de la persona.
Las personas de la tercera edad no sólo experimentan cambios físicos, sino también en el ámbito psicológico y social. Estos cambios en concreto les provocan una serie de problemas a nivel mental a los ancianos que pueden afectar a su salud, además de aislarlos de su entorno social.
Durante la tercera etapa de la vida de una persona pueden ocurrir ciertos cambios en las funciones y los procesos psicológicos. La aparición de los mismos dependerá exclusivamente de la genética del anciano, así como también de su salud física, actividad social e intelectual, nivel educativo, dedicación laboral, ingresos económicos, entre otros factores. Por ello, no todos experimentarán los mismos cambios, ya que los factores anteriormente mencionados serán distintos en cada uno de ellos.
Los cambios psicológicos que se dan en este tipo de envejecimiento son los siguientes:
Generalmente durante el envejecimiento ocurre un pequeño cambio en la memoria sensorial de la persona de la tercera edad. Esto quiere decir que, a pesar de que la memoria a corto plazo no sufre ningún tipo de daño, sí se produce un retraso en cuanto a la velocidad de recuperación de la información previamente almacenada. Este hecho hace que el adulto mayor necesite un poco más de tiempo de lo normal para poder recordar cualquier idea, situación, etc.
Por otro lado, en la memoria a largo plazo se produce un daño en los recuerdos episódicos o autobiográficos conforme va avanzando la edad, es decir, aquellos recuerdos sobre algún suceso vivido en primera persona, así como también de lugares, momentos y emociones vividas en el pasado.
La memoria de trabajo sufre un deterioro más marcado en la etapa de la vejez de una persona, sobre todo a partir de los 70 años de edad. Según varios estudios, esto se origina a raíz del descenso en la velocidad de recuperación de la información por parte de la memoria a corto plazo. Por lo tanto, durante la vejez el anciano tendrá problemas para guardar y procesar información en un corto periodo de tiempo. Esto es algo que le dificultará la tarea de desarrollar sus habilidades, cumplir sus objetivos, razonar y comprender una lectura.
La atención cuenta con tres tipos distintos: atención sostenida, dividida y selectiva. Cada una de ellas presenta un ligero daño a lo largo de la vejez, no obstante, dicho daño no se manifiesta por igual en todos los tipos de atención.
La atención sostenida se refiere a cuando una tarea necesita que pongamos toda nuestra atención en ella por un largo periodo de tiempo. En este caso el adulto mayor sólo tendrá complicaciones para iniciar la tarea, pero de igual forma será capaz de mantener su atención en ella y cumplir con el objetivo.
Por otra parte, el cambio que sufre la atención dividida es mucho más marcado que el anterior, ya que en esta prueba se debe turnar el foco de vigilancia entre varias tareas. El grado de eficacia del anciano se verá disminuido por el número de tareas a las cuales debe prestar atención y la dificultad de las mismas.
Finalmente, la atención selectiva se centra en los componentes estimulares que son más relevantes que otros. Este tipo de atención le será más complicada a la persona de la tercera edad si la tarea es muy difícil de realizar y si hay mucha información irrelevante.
A pesar de que el proceso comunicativo del anciano puede verse enlentecido a medida que transcurren los años, este se mantiene razonablemente bien y no sufre ningún tipo de cambio muy marcado que no le permita a la persona comunicarse con otras.
La afectividad emocional del individuo dependerá exclusivamente de su capacidad para enfrentarse a distintos cambios, así como también de su personalidad. Ambos factores pueden verse afectados por pérdidas muy marcadas como, por ejemplo, sociales, familiares, físicas y laborales.
La creatividad se mantiene en el adulto mayor a medida que pasa el tiempo si este ejercita dicha capacidad. De hecho, podría llegar a mejorarla para así mantener su mente activa y poder dar soluciones originales y crear ideas nuevas.
Sin embargo, la capacidad de creatividad disminuirá de gran forma en aquellos ancianos que durante su juventud no aprendieron a desarrollarla.
Existen dos tipos de inteligencia, la cristalizada y la fluida. La inteligencia cristalizada habla sobre el conocimiento que la persona va acumulando a través de los años y el cual sigue aumentando durante la vejez. Sin embargo, este tipo de inteligencia puede verse afectada si se padece de amnesia.
Por el contrario, la inteligencia fluida, la cual hace referencia a la capacidad de una persona para resolver operaciones mentales, comienza a decaer a partir de los 70 años de edad sin importar si se padece de algún trastorno o no.
El envejecimiento psicológico también produce cambios en toda el área social de una persona de la tercera edad. Esta condición se refleja en los siguientes casos:
Para este conjunto de cambios existe un término conocido como “muerte social”. Dicho término se aplica en aquellas personas de la tercera edad que se encuentran aisladas de la sociedad. Además de esto, también presentan una sensación de soledad y se sienten limitados para realizar ciertas actividades por su cuenta a raíz de la vejez.
A lo largo del envejecimiento psicológico, como anteriormente lo mencionamos, la memoria del adulto mayor sufre una serie de cambios. Por esta razón es importante entrenar la memoria y mantener la mente activa para evitar cualquier tipo de daño, además, es una opción ideal para mejorar el funcionamiento de ambos elementos.
A continuación, se muestran algunas recomendaciones que se pueden poner en práctica para combatir el envejecimiento psicológico:
Uno de los métodos más recomendados para combatir el envejecimiento psicológico es recurrir a un psicológico o psicogerontólogo, ya que principal objetivo de este especialista es el de promover la participación activa física y social en aquellos viejitos que padezcan de este tipo de problema.
En este caso, la atención psicológica para las personas de la tercera edad se enfoca en combatir los síntomas que puede pueden producirse como consecuencia del envejecimiento psicológico durante esta etapa de la vida. Además de esto, también se encarga de enseñarle al anciano como puede adaptarse a los cambios que sufre durante el envejecimiento, tanto a nivel psicológico como a nivel social y biológico.
Dentro de las distintas estrategias que utilizan los profesionales, se destaca una en la cual la persona debe fijarse ciertos objetivos y tratar de cumplirlos a pesar de las distintas limitaciones con las que cuenta como consecuencia de la edad. Esta técnica es de gran ayuda para que el adulto mayor desarrolle y refuerce sus capacidades mentales. Por otro lado, también es importante que el anciano sea capaz de afrontar las distintas pérdidas familiares o de otro tipo que pueda sufrir en la vida. En este caso, el psicólogo se centra en desarrollar las habilidades de afrontamiento.
En resumen, el psicólogo promueve el envejecimiento activo de la persona a través de: